Primero lo huele y después lo prueba. Éste es el proceso que siguen los caballos para reconocer los alimentos y con el sabor identifican los que son buenos para su salud y los que no. En su hábitat natural, el caballo no suele sentirse atraído por lo dulce, pero se han acostumbrado a estos alimentos debido al contacto con los humanos. Utilizamos manzanas, zanahorias, frutas, verduras, terrones de azúcar u otros dulces y golosinas procesadas para recompensar su buen comportamiento, aunque debe ser algo puntual y en pequeñas cantidades. De todos modos, en general, los caballos rechazarán los alimentos que sean amargos o agrios.
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Laura Ventura
Licenciada en periodismo
Master en RRPP y gabinetes de comunicación UAB
Redactora especializada en comunicación ecuestre.